¿Quién eres Tú que haces oír a los sordos y hablar a los mudos? Por más milagros que veamos en nuestro diario caminar, nos seguimos haciendo la pregunta de quién eres Tú, nos cuesta reconocer que eres el único ser en esta tierra que no duda de las magnificencias del Padre, de su amor, de su poder; nuestra pobreza humana no nos permite contemplarte como el Hijo de Dios y los milagros que deseas hacer en nosotros, no se realizan no porque no quieras, sino porque nuestra fe es escasa, el oído del alma no lo tenemos afinados para escuchar y para saber entender las mociones del Espíritu, fácilmente la ignoramos y perdemos todas las gracias que deseas hacer en nosotros: abrir nuestros oídos y hacernos hablar sin tartamudear las verdades del Reino.
Hoy Señor queremos estar dispuestos para que metas tus dedos en nuestros oídos, que podamos escuchar el susurro de tu voz en nuestro interior, que poco a poco alcancemos la gracia de ir percibiendo tu continua comunicación y llegue el momento en que exista una íntima amistad contigo, que nuestras acciones y nuestro hablar sea tan cercano al tuyo que ya todos podamos expresar el mismo idioma, el lenguaje del amor, esta manifestación que llega a lo más profundo de nuestro corazón que es donde tu afianzas tu pacto con cada uno de nosotros; ahí es donde debes residir siempre y donde puedes mantener una constante declaración de amor que nos guía, alimenta y nos inspira a anunciar tu Reino con fidelidad.
Toca Señor nuestra lengua para que se suelte de tantas ataduras que le ponemos cuando nuestro hablar no va acorde con tu mensaje de perdón y misericordia, cuando nuestras palabras están adiestradas para mentir, para falsas promesas y tu Evangelio lo acomodamos a nuestra conveniencia, haz Señor el milagro de soltar nuestra lengua para glorificar tu nombre, ensalzar tu presencia en todo lo que nos rodea, para reconocer tu poder, tu majestad; libera Señor nuestro corazón cargado de miseria para que con tus dedos santos puedas tocarlo, sanarlo, liberarlo y así todos a una voz podamos proclamar tus grandezas con la presencia de nuestra Madre María, con todos los santos y ángeles del cielo.
Ven Señor y toca nuestro cuerpo y nuestra alma para que te alabemos con todo nuestro ser, que podamos reconocerte a cada instante de nuestras vidas, que seamos testigos de tu Omnipotencia, de tu majestad, que podamos darte gloria con lo que somos y tenemos, con nuestras virtudes y limitaciones, que puedas Señor con nuestra fe obrar en grande en nosotros y a través de nosotros poder llegar a muchas almas que desean abrir sus corazones para que habites en ellos y así experimentar la belleza de tu evangelio que es viva en cada uno de quienes se hacen dóciles a tu voz. Ven Señor y obra en grande en quien en este momento te abre su corazón. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario
Dios te bendiga