¡Cuánto es Señor tu grandeza y poder que hasta el viento y las aguas se someten a ti! La creación entera está bajo tu dominio y qué perfecta es, pues, eres Tú quien la creas, la conservas y la adornas de belleza pensando en todos nosotros tus hijos.
Tu propuesta a ir al otro lado de la orilla es más que una simple invitación, es ir contracorriente, es dejarnos purificar por esas aguas que atravesaremos mientras pasamos al otro lado; es evidente que tomar la decisión significa encaminarnos hacia rutas que implican turbulencias, aparente pérdida de dirección, mareas altas y bajas, es saber que, aunque todo esto se manifiesta, Tú estás presente y es de nosotros confiar y abandonarnos totalmente en el capitán que eres Tú, de esta barca que es nuestra vida, en este mar que es el mundo y de sus tormentas que son las diferentes tentaciones y contradicciones que vivimos hoy.
¿Es el hombre acaso el único ser en esta tierra que no te obedece Señor? Qué tan difícil es vivir tus mandatos, no los acatamos porque nos falta lo más importante; saber amar con sinceridad, con pureza, si nos entregáramos a ti con total adhesión comprendiéramos tus silencios y estaríamos convencidos que jamás nos abandonas; Tú al conocer nuestras flaquezas nos permites preguntarte en los momentos de duras pruebas “¿Señor, no te importa que nos hundamos?”.
Aunque todo lo sometiste bajo nuestros pies, nos sentimos inseguros, menos importantes en tu Reino porque a pesar de todos los milagros que recibimos al despertar, no creemos y entre el miedo a las dificultades y a veces el creernos superiores a ti, nos dejamos llevar por las tempestades sin darnos cuenta que a pesar de todo estás allí; haciéndote el dormido, silencioso, observándonos y confiando en que en algún momento te invocaremos, para luego venir, ser nuestro reposo y darnos la oportunidad de experimentar la paz y el regocijo que sentimos cuando te reconocemos después de una gran lucha.
Comentarios
Publicar un comentario
Dios te bendiga