Mi amado Señor, mi salvador, que miras con gran cuidado nuestra alma para que permanezca limpia como la nieve, brillante como el sol, Tu deseo es que te honremos con sinceridad, con pureza, sin interés alguno. La verdadera religión es el amor y el amor eres Tú mi Dios, en nuestro interior depositamos todo lo que realmente somos y es lo que vale en el reino de los cielos.
En nuestra niñez nos marcaron con una personalidad que hemos venido reflejando a lo largo de nuestra existencia, cuando nacemos somos un papel en blanco, donde nuestros padres y los que nos rodean empiezan a escribir en estas hojas que son nuestra vida, de allí surge lo que realmente somos hoy, con nuestras grandezas y con nuestras limitaciones; pero ante todo, lo importante es saber escuchar tu palabra Señor, imprimirlas en nuestro corazón y llevarlas a la acción, soltando con tu gracia y perdón todo aquello que sale de nosotros que no es agradable a tus ojos y no nos permite sentirnos realizados.
Es tan necesario hacer un alto en el camino e interiorizar lo que llevamos dentro, con lo que de verdad cargamos allí; a veces la rutina, la costumbre del hacer y decir nos lleva a que se nos olvide darnos ese espacio de silencio y profundizar en nuestro propio yo, conocernos realmente para poder sacar lo que no es bueno, esto será posible pidiendo la presencia del Espíritu Santo que es quien nos ilumina y nos purifica para ser dignos del amor de Dios.
Mi Señor, tu conoces nuestro actuar, por eso hoy nos exhortas a examinar lo que somos y a despojarnos de lo que nos impide la felicidad; si tenemos envidias, resentimientos, malas pasiones, orgullo, eso es lo que describirá nuestro diario caminar; pero si te pedimos Señor la gracia que nos limpies y que de nosotros sea desterrado todo estos sentimientos malos, entonces lograremos aceptar el amor, la paz, la alegría, el desprendimiento, la sencillez, todos los dones necesarios para que Tú puedas morar en nuestro corazón, podamos vivir en armonía con nuestros hermanos y cuando nos llames a rendir cuentas, te podremos presentar nuestras obras con transparencia, alegría y el gozo de saber que supimos vencer las apariencias y que en nosotros triunfó tu amor.
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Dios te bendiga